Quédate.

«Quédate», gritaba. Bajito. Sin temor al no, no voy a quedarme. Nadie iba a responder.
No se puede responder a lo que uno calla.

Quédate y bésame y dime que me quieres y miénteme. Una vez más. Dime que quieres quedarte.

Pero no todos piensan en ti. Nadie lo hace. No se quedan con el desastre. Se quedan con ellos mismos y sus desastres porque todos (¡todos!) tenemos un edificio que reconstruir. 

Nadie se queda contigo. No te preocupes. Nadie tenía intención de quedarse... y eso es mejor para ti, que no sabes vivir con el adiós. De verdad, algún día sabrás por qué todos se van. Y te querrás un poco más.

Aunque nunca te vayas a querer. 
Sé un sueño, deja huella y espera a que se vayan. Algún día tu corazón no soportará tanta sinrazón y morirás. Y contigo todos esos "quédate" que no te atreviste a decir.





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